Esta es una metáfora que utilizamos mucho con la gente que acude con “mal de amores”. De esta manera intentamos explicar la dependencia emocional, aunque suene un poco “superficial” la comparación sirve para visualizar la idea.

Imagina que quieres comprarte unos zapatos…

La primera pregunta que debes hacerte es ¿es necesario tenerlos? ¿puedes llevar una vida sin ellos? Parece una tontería, pero mucha gente no se hace esta pregunta. La mayoría de la gente, por el contrario, siente que llevar unos zapatos forma una parte fundamental en su vida, ni siquiera se plantea otras opciones, y las hay…

Sales a ver escaparates y visitas tiendas para conseguir unos, no llevas prisa, o al menos no una prisa inmediata, solo la que tú creas… (aunque la sociedad ejerce un poco de presión en cuanto al momento adecuado de “llevar zapatos”).

Debes tener claro que tipo de zapatos buscas, y fundamentalmente, cuál es tu talla, porque ¿cómo puedes dar con los zapatos adecuados si no tienes claro lo que quieres?

Es importante definir claramente y con todo lujo de detalles que tipo de zapatos buscas, si queremos algo ocasional o algo que perdure en el tiempo, y qué características deberían tener los zapatos para cumplir con estos dos requisitos), ¿queremos algo para andar solo unos pasos o algo que nos acompañe en un largo camino?, además debemos dejar claro si queremos algo formal o más alternativo, si queremos priorizar la comodidad frente al aspecto exterior, y cual es el precio que estaremos en disposición de pagar por conseguirlos… en fin, muchísimos detalles, y hay que tenerlos claros antes de comenzar a buscar…

¿Que sucede cuando no tenemos claro estos puntos? Que terminas por quedarte con unos zapatos que no son de tu talla, o te aprietan demasiado y “te hacen daño” o te quedan muy holgados y al dar dos pasos salen disparados lejos de ti, o bien, puede suceder que cojas unos zapatos que no sean de tu estilo y que no vayan nada contigo.

¿Que ha sucedido? Con las prisas por coger unos zapatos no reflexionas en todo lo anterior, al principio no lo notas mucho, o lo ves pero intentas adaptar los zapatos como sea para que encaje en tus pretensiones, o aún peor, te adaptas tú a ellos, pero luego comienzas a darte cuenta que no es lo que te gustaría, y llega la frustración… pero no puedes dejarlos a un lado… ¿que harías sin zapatos? ¿qué seria de tu vida sin ellos? Cómo piensas que no puedes seguir andando sin zapatos te aceleras en la búsqueda de los siguientes, ya tienes en claro algunas cosas que no te gustaron de los anteriores, pero sigues sin pararte a reflexionar cómo serán los siguientes que busques. Total, que te abalanzas a por el primer par que encuentras a la vista y con esos te quedas… y así durante toda tu vida… Al final, con tanta prisa, recorres todo el camino con unos zapatos que no te quedan bien o te hacen daño, con una sensación constante de insatisfacción o frustración porque las cosas no son como te gustaría que fueran.

Es importante que antes aprendas a disfrutar de andar con los pies descalzos, de sentir las sensaciones del camino, la frescura de la hierba bajo tus pies, la calidez de la arena al caminar por la playa, el placer de chapotear en un charco de agua, y un sin fin más de sensaciones que te conectan con tu ser… solo a partir de ahí podrás emprender la búsqueda de “tus zapatos” de lo contrario podrías perderte de un montón de momentos maravillosos. Cuando logres esa conexión con tu interior será el momento de decidir si quieres o no llevar zapatos, y en caso afirmativo establecer las bases de cuáles serán aquellas características o requisitos fundamentales que deberán cumplir estos zapatos y rechazar cualquier opción que no esté a la altura de tus deseos… sé firme en ello, de lo contrario podrás volver a verte andando con unos zapatos que no son adecuados para ti…

Ahora, imagina que no estamos hablando de zapatos, sino de una persona para formar pareja…

Las personas dependientes emocionales tienen una necesidad imperiosa de encontrar pareja, la idea de estar en soledad y cuidar de sí mismas les aterra, o bien, tienen una idea preconcebida y poco realista en cuanto a las relaciones de pareja, fruto de años de recibir el bombardeo de mensajes sobre el amor romántico. Se embarcan en relaciones destructivas o tóxicas, no confían en sus propias capacidades y necesitan constantemente del consejo y la aprobación de las demás. Anteponen la felicidad de las otras personas a la suya propia, a cambio, esperan de ellas el cariño, la protección y el cuidado que necesitan. La única forma de romper este círculo vicioso es aprender a amarse, conocerse en profundidad y aceptarse con defectos y virtudes. Al fin y al cabo somos esa persona que estará con nosotros durante toda la vida.

Si sientes que este es tu caso, que pasas de una relación a otra, que tus relaciones son tormentosas o poco fructíferas, que dedicas tu vida al bienestar de los demás dejando a un lado el propio, o bien si simplemente deseas conocerte un poco mejor, explorar en tu interior para aprender a quererte y respetarte sobre todas las cosas… acércate a conocernos, podemos ayudarte y guiarte en este maravilloso proceso de crecimiento personal.